Mendigo

 

 

 

 

 

Una vez conocí a un mendigo que se dedicaba a pedir cariño y atención.
Para él su situación no era extraña así que,por qué tendría que mejorarla?.

Eso era lo que conocía y no existía fuera de su calle,de la acera donde se sentaba a mendigar, algo mejor.
Cómo podría aspirar a tener algo más?,¿cómo podía pretender ser amado y merecerlo?.

Creía ser feliz con un poco de amor,aunque en alguna ocasión se le escapaba algún suspiro cuando en las frías noches,deambulando sin destino, se cruzaba con parejas que paseaban abrazadas,números perfectos que se detenían para regalarse besos apasionados.

Mientras,él rogaba cada noche por uno sólo,por un encuentro furtivo,por una palabra amable,entregaba su corazón al completo creyendo que sería justo recibir lo dado, pero se equivocaba de persona.

Ella no era ni tan indulgente ni tan compasiva como hacía ver.Era una princesa,una déspota que se creía merecedora de todo lo bueno que le regalaban sin esfuerzo.La cortesana que coleccionaba amantes enumerándolos por los regalos recibidos.Esa que lo veía,pero que no lo miraba.

La princesa paseaba durante el día y todo era encanto a su alrededor.¡Qué feliz,que amada parecía!.En alguna ocasión le regaló una sonrisa y sentía en ese instante que volaba de emoción.Sus pulsaciones se aceleraban con esa migaja, pero cuando llegaba la noche, la veía desaparecer por su acera.Mientras se alejaba le tiraba un beso volado con indiferencia, y era en ese instante cuando creía morir de frío.

Pasaron muchas noches eternas sin el calor que da tener lleno el corazón, hasta que un día una muchacha se sentó a su lado y simplemente lo abrazó.
Estuvieron largo rato sin hablar,sólamente sintiendo el roce de ambos brazos y el escalofrío que se confundía entre miedo y emoción.

Ojalá que esto dure siempre,pensó mientras se llenaban de sangre sus venas.Se preguntaba si esto que sentía era enamorarse, al mismo tiempo que se iban apagando las farolas con el alba.

No entiendo de amor porque nunca me han amado, murmuró por lo bajo.Ella lo abrazó aún con más fuerza y le contestó:
camina conmigo y deja ya de mendigar porque, el amor no se pide,se entrega como yo te lo doy.
Al ponerse en pie una lágrima bajó por su mejilla…