La comida Japonesa

Hoy fui a almorzar por primera vez a un restaurante japonés y la verdad es que me gustó mucho la experiencia.
Menos mal que me dieron a elegir entre tenedor o palillos porque si no, hasta esta hora de la noche ,hubiera estado intentando llevarme algún grano de arroz a la boca.
Primer plato,sopa.Al oír esta palabra mi primera reacción fue preguntarle a la amable camarera el sabor de la misma.»Es sopa de miso»,contestó,a lo que yo respondí con un «aaaaaahm» como si con esa explicación me hubiera quedado más tranquila.
Para el que sea igual de novato en esto como yo, les diré que esa sopa tiene como ingrediente principal el caldo de pescado y el miso, que es una pasta aromatizada de soja.
El segundo plato se componía de un arroz ricamente especiado,y una especie de tortilla enrollada llamada Tamagoyaki.Me recordaba a la tortilla francesa pero con verduras,(Por favor,que me perdonen en este punto los japoneses y entendidos pero claro,mi mente compara con cosas que ya conoce).
Investigando algo más descubro que esa tortilla está hecha de huevos,cebolla verde,caldo de carne,azúcar y salsa de soja.
 También algo de maki sushi que es pescado y arroz enrollados en una hoja de alga nori.
Lo más peligroso del día fue la elección del postre.
Después de comer tantas especias,verduras y comida sana me apetecía algo dulce,menos mal que sólo habían dos opciones.Para alguien indeciso como yo, eso suponía una alegría a la par que un ahorro de tiempo: helado de té verde o algo a lo que que mis oídos sólo reconocieron la palabra final,coco.
Este postre se llama mochi,está hecho de arroz glutinoso,y el relleno es de judías rojas,algo muy curioso ya que su textura me recordaba a las judías, pero a las de pastillas de goma.

Cuando me llevé el primer trozo a la boca me contaron su historia:
El mochi es un dulce muy pegajoso y algo difícil de comer.Después de cada año nuevo, en los medios de comunicación japoneses,se cuentan el número de muertes por atragantamiento con mochi.
Las víctimas tienden a ser personas de la tercera edad,(algo que me alivió conocer), y es que,al ser pegajoso,este dulce es difícil de sacar con la maniobra de Heimlich.
Puedo decir ahora desde la tranquilidad de mi habitación, que de las dos horas que duró el almuerzo,invertí cuarenta y cinco minutos de mi tiempo en masticar ese dulce infernal que atentaba contra mi vida.
Lo mastiqué tanto y tan a conciencia que una papilla Nutribén desearía haber tenido esa consistencia.
Después del dulce y mal trago juré pedir la vez siguiente un helado de té verde,que no supondría en mí más que un efecto antioxidante.
Aún así,y después de esta trepidante experiencia sólo me queda decir: Itadakimasu!,(¡Buen provecho!)